26 de abril de 2010
Battletech y Stackpole, una simbiosis perfecta
Odio los lunes. Seguro que a vosotros os pasa lo mismo. Después de un fin de semana frikeando hasta las seis de la mañana, casi me pongo a llorar cuando el despertador empieza a berrear a una hora que de tan temprana es casi obscena. Pero cuando estoy con el cuerpo destrozado en las prácticas de hospital deleitándome con los detalles de una fístula perianal a las tantas de la mañana, hay algo en lo que me reconforta pensar: robots gigantes.
Battletech Classic es uno de mis juegos favoritos, principalmente por dos razones. Una de ellas es su diseño, la estética de ciencia ficción ochentera que impregna todo el juego. Esos mechs de líneas duras y geométricas, de aspecto funcional, despiadado, que en seguida evocan a la tecnología imperial de la vieja trilogía de La Guerra de las Galaxias; sencillamente me encantan. La otra es la magnífica simbiosis entre los libros de Michael A. Stackpole ambientados en el universo Battletech y el propio juego.
Y es que ambos crecieron y se desarrollaron de la mano. Al mismo tiempo que los desarrolladores daban forma a la mecánica del juego, Stackpole participaba en las primeras partidas de testing y escribía en sus novelas recreaciones de esas batallas entre battlemechs. Juego y novelas, mecánica y ambientación se fundieron tan emocionante e inseparablemente que solo se podía pensar en ambas como partes de un todo. Es imposible leer la trilogía del Sol y la Espada ( Camino del Exilio, La Gran Alianza y El Duelo Final) sin sentir unas ganas irrefrenables de extender el tablero de hexágonos y empezar a tirar unos dados; de la misma forma que es imposible jugar una partida de Battletech sin vivir intensamente la batalla en tu cabeza en los términos que Stackpole describe en sus novelas.
Como os podéis imaginas, esto hace que la experiencia de juego sea impresionante. En mi caso, tuve la suerte de contar con Lhendor (también del DT y guía espiritual de Battletech) que dio en mi opinión con una forma espléndida de hacernos vivir el juego. Formamos un grupo de cinco amigos y amigas: cuatro de nosotros formaríamos una lanza de mechs, y Lhendor quedó como "master". Y digo master porque a lo que jugábamos era una mezcla entre rol y wargame, o entre Battletech Classic y Mechwarriors, si lo preferís; que ni era del todo rol ni del todo un wargame.
Los cuatro jugadores formamos un regimiento mercenario: diseñamos el nombre, el logo, escogimos nuestros modelos de Battlemech, el trasfondo de nuestros pilotos y nos pusimos al servicio del mejor postor. Antes de cada partida de Battletech Classic, nos sentábamos y roleábamos todo aquello que sucedía antes de la batalla: negociábamos las condiciones del contrato con los pnjs, hacíamos la planificación económica del regimiento, comprábamos nuevo material, supervisábamos las reparaciones...Usando para ello reglas opcionales que había disponibles en los numerosos "grados de dificultad" de los reglamentos para Battletech. Y cuando al fin llegaba la batalla, cambiábamos de mesa y desplegábamos nuestros mechs. El master manejaba a nuestros enemigos, y los cuatro jugadores interpretábamos a nuestros pilotos, gritándonos órdenes y juramentos. Todo aderezado con una buena banda sonora y un par de tarros de cacahuetes con miel. Esas sesiones se cuentan entre mis momentos más divertidos y entrañables con el hobby.
Y el caso es que, mirado con objetividad, ni las reglas de Battletech son perfectas, ni los libros de Stackpole una obra maestra de la literatura. De hecho, ambos distan de ser nada parecido. Pero juntos, cogiéndolos y asumiéndolos como una sola cosa, forman uno de los mejores juegos de la historia.
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1 comentario:
Pues sí, compañero. Yo conocí primero las novelas. Compré la trilogía del Sol y la Espada en un sitio nuevo que habían puesto en Granada: Hipercor, ya ves que hace tiempo.
El estilo tan cinematográfico de Stackpole, su agilidad para saltar de un escenario a otro y cómo maneja la cantidad de personajes me enamoró.
Tiempo después, descubriría el juego en una estantería polvorienta de F-Flash. Cuando llegó el juego de rol a mis manos me decepcionó un montón. No estaba ni de lejos a la altura, aunque en parte comprensible. Así que usando el manual de rol como base, lo utilicé para aderezar de rol nuestras batallas de BattleTech. Partidas que comenzaban a las 10 de la mañana y terminaban a las 5 de la mañana...
Qué tiempos. Me encanta y me conmueve que hagas esta reseña, Gary-san.
;)
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