No es ningún secreto que los aficionados al rol convivimos con el general rechazo que supone la mera mención de nuestro hobby. Cualquiera de nosotros que en algún momento haya cometido la ingenuidad de comentar nuestros intereses en frente de gente poco versada en este mundo de cultura alternativa, tan rico y fascinante,
ha tenido que enfrentarse a las miradas suspicaces y los comentarios hostiles. Mi anécdota más reciente sobre el tema ocurrió hace unos pocos meses. Yo vivo compartiendo piso con otros dos chicos universitarios, que con el paso del tiempo quedaron intrigados por los libros que decoran mi estantería y decidieron pedirme que les dirigiera alguna partida. Empezamos con algo muy básico, siendo ellos como eran novatos en esto del rol, y jugamos unas cuatro sesiones a
Zombies:All Flesh Must Be Eaten, con buenos resultados. Fueron unas noches entretenidas, de juego con actitud muy distendida, ellos fumando cigarros aliñaos y yo narrando y bebiendo té como el marica repipi que soy. Como digo, fue bien: nos partimos el culo y lo pasamos en grande.
El caso es que ambos comentaron a sus respectivos padres, a los que llaman con la asiduidad de un hijo ejemplar, que habían estado jugando a rol. En ambos casos obtuvieron exáctamente la misma contestación: “Tened cuidado, ¿eh? Que esa gente es peligrosa”.
Tened cuidado.
...Esa gente...Creo que solo los que estamos implicados en este mundillo sabemos lo que se siente en ese momento. Es insultante, hiriente y, sobre todo, frustrante.
Y nos lleva pasando toda la puñetera vida. Al menos a mí, que tengo 24 para 25 años y empecé a jugar a rol con los 11 años. Como a muchos otros, he escuchado de todo: que esto sólo lo juegan los locos, que es cosa de sectas, que incita al asesinato, que provoca necrosis cerebral (lolwut)...La crítica es tan absurda y tan infalible, que con el tiempo tiendes a retraerte y a cuidarte de no mencionar a la ligera a qué dedicas la mayor parte de tu tiempo libre. Especialmente cuando acabas de conocer a alguien, por si acaso saca el espray de pimienta.
Creo que estos ataques nos han vuelto demasiado circunspectos para con nuestra afición. Diría que incluso en muchísimos casos, nos han hecho avergonzarnos interiormente de ella. Claro, puedes decir que tú no te avergüenzas en absoluto. Yo tampoco, pero el caso es que nunca he oído a ningún desarrollador de videojuegos diciendo que no quería dar “una falsa impresión” al tratar ciertos temas polémicos (violentos o sexuales) en su juego. Tampoco he visto jamás que un escritor comprometa su integridad artística eludiendo ciertos temas para evitar convertir a sus lectores en psicópatas de forma espontánea y accidental. Sin embargo, sí que tengo que leer la jodida introducción en los juegos de rol advirtiendo explícitamente que el libro en cuestión no enseña brujería, ni promociona las violaciones, el asesinato o el comportamiento incívico ¿De qué va eso?
¿Por qué tenemos que justificarnos en cada puñetero libro? ¿De qué nos avergonzamos, como decía antes?
Probablemente algo que no nos hizo ningún favor fue la forma en la
que TSR
nos vendió a todos de puertas para fuera cuando le dio por escribir esa perla de
Código Ético en la época de AD&D 2ª. Este código ético fue una respuesta a las durísimas acusaciones procedentes de algunas asociaciones de “padres y madres preocupadas” americanas, como consecuencia de algunos incidentes que en su momento decidieron relacionar con el mundo del rol. No me interesa ahora entrar a valorar esos incidentes, pero el caso es que al blandir sus críticas, D&D se utilizó como sinónimo de rol en esos momentos, y D&D nos representaba a todos ¿Y qué hizo TSR? Pues elaborar este código ético que no es más que una claudicación absoluta incluso a las más absurdas acusaciones. Punto por punto, TSR puso el culo a cualquier chorrada que pudiera escupir una ama de casa ofendida desde su casa en las frondosas selvas de Utah, o lo que mierda tengan por allí. Entre otras perlas TSR comenta: que ni promociona ni defiende el rol en vivo, que no habrá menciones a actos criminales (nada de ladrones y asesinos: mejor “picaruelos”), que no se harán referencias al diablo (vaya a aparecerse, lol), que no se enseñará brujería...
Ok, un segundo ¿Brujería? ¿Es realmente necesario advertir de algo así? ¿De verdad hay que dejar claro que no enseñará “magia de verdad”?
¿Esta gente teme que en un juego de rol se enseñe magia “real” y yo soy el chiflado? What. The actual. Fuck.
En fin, herida de muerte quedó la libertad creativa y artística de D&D entonces, y gravemente perjudicada quedó la del resto. Y todavía nos dolemos. Suplementos como el de
Slasher, de White Wolf, cuyo tema son los asesinos en serie hacen removerse incómodos a más de un aficionado. James Maliszewski, tan experto en juegos Old School como melindroso en ocasiones, expresaba preocupado la peligrosa “ruptura moral” del suplemento Carcosa con la convención Gygaxiana en
una de sus entradas:
"The consequence of these objective definitions of good and evil is not that players are -- or even should be -- limited in their choice of alignment for their characters. Rather, it's that the text of the game itself does not support the notion that evil actions are in any way right, correct, or otherwise commendable -- quite the contrary! This is important for two reasons. First, it's useful as a reminder to players that, for example, torturing orc captives isn't appropriate behavior for supposedly good characters. Second, it's useful for when outsiders come along and read the books and erroneously think the game promotes murder and mayhem (among other things)."Y está hablando de un suplemento para Old School, la rama más convencional y “friendly” de nuestra afición ¿Por qué seguimos haciendo esto? ¿Qué importa si alguien mira la portada de un juego de rol y dice que exalta el satanismo? ¿Por qué damos crédito a opiniones ignorantes, ecos de las mismas voces que antaño abogaban por la quema de libros heréticos en las hogueras, o por la limitación de literatura “inmoral” como la de Salinger o textos científicos como los de Darwin en los centros de enseñanza? Cuando suavizamos de forma hipócrita el mensaje de nuestros juegos de rol, no sólo los empobrecemos artísticamente, sino que alimentamos como ya hiciera TSR con su código ético los prejuicios analfabetos de una sociedad que ya está bastante perjudicada ¿Y a cambio de qué? ¿Impedimos que los medios de comunicación puedan atacarnos en un futuro? Claro que no, ya sabemos que cuesta muy poco sacarse un titular de la faltriquera, da igual lo falso que sea.
Debemos empezar a reivindicarnos. A nosotros como aficionados del rol, y a nuestros juegos como algo cuya integridad es tan sagrada como la de cualquier creación artística.
Decía Oscar Wilde:
“no hay libros morales ni inmorales, solo libros bien escritos y libros mal escritos.” y
"Los libros que el mundo llama inmorales, son libros que muestran al mundo su propia vergüenza." Preocupémonos nosotros, pues, de escribir buenos juegos de rol, y que se ocupen los demás de lidiar con sus vergüenzas.Un saludo, y buena caza.